jueves, 14 de marzo de 2013


12 de marzo de 2012, tal día como hoy: 
En apenas unas horas se cumplirá un año desde que asaltaste mi vida y te puedo decir que ha sido el espacio más corto en el cual he sido más enteramente yo. Amarte fue tocar el cielo y ver lo hermoso de su espacio. Yo no te conocí, te reconocí, y ahora hay cosas a las que el corazón no se acostumbra. Sé que un millón de palabras no pueden hacer que vuelvas. Lo sé, porque lo he intentado. Tampoco un millón de lágrimas. Lo sé porque he llorado hasta no poder más.Hoy, doce de marzo, el reloj en mi muñeca izquierda, marcará dos mil ciento sesenta horas sin ti. Dos mil horas horas que pesan como dos mil losas, pero tan sólo cubren, una tercera parte de las seis mil setecientas noventa y dos que me regalaste estando conmigo. Sé que no voy a poder olvidarte porque he tenido que aprender a quererte de memoria. Sólo quiero decirte, que todo este tiempo, aunque intenso, me ha sabido a poco. Que no olvido tus promesas, ni las mías. Supongo que mi vida sería mejor sin tu reflejo escondido en los espejos, pero no quiero borrar nunca tu recuerdo. Hoy te echo especialmente de menos: tu boca que nunca probé, tu cuerpo que nunca acaricié, tus orejitas pequeñas a las que nunca pude regalarles un susurro. Cómo me amargan los besos que me perdí y como matan los recuerdos que se acuerdan de ti...Ésta es la última carta de la última de nuestras épocas, una que no irá en papel, una que no se te caerá al suelo cuando abras una taquilla. Por favor, sé feliz, y recuerda lo que te dije un día: yo siempre te voy a estar esperando. No sé dónde, pero te esperaré porque te quiero y siempre te querré. Gracias una vez más por todo lo que me has dado y también por tu paciencia conmigo en este tiempo, y sobre todo gracias por cada instante que en el futuro vayas a pensar en mí. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario